lunes, 6 de enero de 2014

Capítulo 32

06 de Abril de 2011:

-No sé qué hacer, Adrián, lo he intentado todo. De hecho ahora mismo se supone que estoy en huelga de hambre, lógicamente como a escondidas, y que no les dirijo la palabra. Es más, ya sabes que he pasado unos cuantos días sin aparecer por casa...
-¿Y dónde has estado?
-En casa de David.
Adrián la miró tensamente. Ka sonrió y torció la cabeza:
-No te preocupes, sólo es mi mejor amigo.
-Está bien.
-No sé qué más hacer, incluso ahora que hemos vuelto al instituto la he amenazado con no estudiar, ya que me voy a ir en mitad del curso a Londres...- retomó la conversación.
Adrián suspiró.
-Pero, cariño, ¿has intentado hablarlo por las buenas?
-¡Pues claro! ¡Fue mi primera opción!
-¿Y qué pasó?
-Pues...

Hace unos días, en casa de Ka...

Ka no sabía hacer ese tipo de cosas con su madre: hablar de buena forma, sin discutir. Pero a pesar de todo lo que tenía que perder era mucho mayor a su orgullo y esfuerzo. Entró en el salón aprovechando que estaba su madre sola.
-Mamá, ¿podemos hablar?
A su madre se le iluminó la cara. Se movió y rápidamente le dejó un sitio a Ka en el sofá.
-Claro cariño, dime.
Ka se sentó de mala gana al lado de su madre, pero lo disimuló con una sonrisa.
-Verás, mamá, quizás deberíamos hablar lo de mudarnos a Londres, ya que se acerca la fecha...
-Sí, el día diez nos vamos.
Ka tuvo un escalofrío.
-He estado pensando y es una locura. Mamá ya hemos intentado vivir juntas en Londres y no salió bien. Ni yo estaba bien, ni tú estabas bien... Y al final me fui.
-Si, cielo, pero porque estaba tu abuela para cuidarte, que en paz descanse.
-Si, estaba mi abuela. Y ahora sólo quedas tú. También entiendo que no puedo vivir sola porque soy menor de edad y bla bla bla...- Ka empezó a alterarse, asi que paró un momento para respirar y volver a hablar con calma-. Mamá, lo que no entiendo es por qué no puedes pasar un año aquí en España, tu tierra. En la casa dónde te has criado, con tu hija, a la que habrás visto dos veces al año. Sé que tenemos nuestras diferencias, que entre tú y yo existe un rencor muy grande...
-Ka...
-Déjame terminar. Tengo diecisiete años. Y tú... ¿treinta y trés? Creo que somos dos mujeres suficientemente maduras para empezar a solucionar las cosas del pasado. Y sé muy bien, mamá, que llevándome a Londres no vamos a mejorar, si no a empeorar. ¿Tú marido tiene que trabajar? Bien, que se vaya a Londres, tú puedes quedarte aquí conmigo e intentar recuperar la relación made-hija que en verdad nunca tuvimos.
Su madre la miró muy seriamente.
-¿Me pides que abandone a mi marido sólo porque tú no quieres abandonar tu novio?
Ka rechinó los dientes. No entendía nada. Adrián no era un novio, era su único apoyo.
-Te pido que por una vez pienses antes en tu hija que en ti misma.
-Hija, esto ya está hablado. Ves empaquetando tus cosas que nos mudamos en seis días. Sabes que en Londres tendrás todo lo que quieras, irás a un instituto maravilloso y aprenderás un idioma que es básico en el ámbito laboral. Conocerás gente nueva, que siempre viene bien para librarse del pasado, ¿no?
Ka golpeó fuertemente en reposabrazos del sofá varias veces mientras chillaba:
-¡Es que no has entendido nada! ¡No me voy a ir!
Se levantó y se marchó de casa dando un portazo.

En el presente...

-Y entonces fue cuando fui a tu casa y te dije que no había manera de convencerla.
-Ka, no tienes nada de paciencia con tu madre.
-Porque me saca de quicio. Es una desconocida que quiere hacer de madre jodiéndome la vida.
-La verdad es que no entiendo por...
Ambos escucharon el ruido de la sirena del instituto.
-Será mejor que me vaya, tengo clase de biología y el profesor cierra la puerta, además, tengo que ir al otro edificio- Adrián le da un beso en los labios a Ka.
-Que tengas un buen día, nos vemos en el recreo.
Ka entró en su clase y se sentó al lado de David. Se saludaron con un abrazo como habían acostumbrado. A veces estaban tanto tiempo juntos que los demás se habían acostumbrado y ya nadie amenazaba o miraba mal a Ka por haber abandonado a las personas adecuadas.
David sacó un papel, escribió algo y se lo pasó a Ka. Con la profesora de Lengua no se podía hablar en clase sin que te mandara al despacho del director. Ka leyó la nota:

"¿Qué tal, guapa? ¿Dormirás hoy en mi casa también?"

Ka sonrió. David se estaba portando con ella como la mejor de las personas.

"Creo que no, Dav... Por mucha huelga de hambre que haga o por mucho que desaparezca de casa, mi madre sigue en sus trece. Es capaz de atarme y llevarme a rastras a Londres..."

Le devolvió el papel a David que contestó rápidamente.

"La verdad es que tu madre es dura de roer. Yo tampoco podría vivir con una persona como ella, y por eso no pienso dejar que te vayas. Si ella es capaz de secuestrarte, yo lo haré primero ;) "

Ka intentó disimular su risita para que no le regañaran. Miro a David y le sonrió.

"Ojalá lo hicieras. Sabes que sería buena rehén".

"Y tú sabes que me encanta vivir contigo. Echaré de menos esas tardes de cerveza y música a todo volumen".

Si, era cierto. Ka también las echaría de menos. Y echaría de menos pedir perdón a Helena por desconfiar de ella, y hacerse amiga suya, y echaría de menos llamar a la puerta de Adrián cuando necesitaba hablar o simplemente permanecer en silencio, fuera la hora que fuera, y echaría de menos a su abuela y el recuerdo que había de ella en la casa que tendría que abandonar en apenas cuatro días... El cuerpo de Ka se llenó de rabia. ¿Por qué las personas eran tan egoístas?

"Yo también, ¿tienes planes para esta tarde?"

"No, no tengo nada, ¿por?"

"Hace mucho que no fumo un porro, ¿te apetece?"

David la miró sorprendido.

"Pues claro"

"Pero sólo uno, ¿eh? Para recordar viejos pero buenos momentos"

"Ýo invito. Te vendrá bien para relajarte"

"Lo sé..."

Las siguientes horas pasaron rápidas. La sirena del recreo sonó. Ka se despidió de David y se coló en el edificio "de los mayores" para ver a Adrián y a Helena en el recreo. Se encontró un buen conjunto de gente.
-Vaya, gente nueva... ¿Hay una fiesta y no me he enterado?
Adrián la saludó con un beso intenso. Hasta que les interrumpieron.
-No, son unas amigos míos, quería que las conocierais- explicó Helena.
Ka la saludó y fue dando dos besos a las cuatro chicas y dos chicos que había mientras Helenas les presentaba.
-Encantada de conoceros, yo soy Ka.
-¿Te llamas Ka de verdad o es un apodo?- preguntó un chico rubio.
Ka sonrió.
-Es un apodo a partir del acortamiento de mi nombre. Y no pidas más información que ya sabes mucho más de mi que otros- le guiñó un ojo.
Adrián la abrazó por detrás y la susurró en el oído.
-¿Y a mi no me vas a decir como te llamas?
Ka se giró, se inclinó para susurrarle:
-Me llamo Ka. Todo el mundo me llama Ka.
Adrián entendió que esa información era algo que nadie sabía ni sabría, nadie e incluso él. Se puso a pensar de qué nombre podría derivar "Ka" y se dio cuenta de que no sabía prácticamente nada de su novia. La miró justo cuando se estaba riendo con Helena del chiste que había contado uno de los nuevos. Era preciosa cuando se reía. Y no soportaba saber que en cuestión de días perdería esa sonrisa si no hacían nada. La agarró de la mano y la apartó un poco del grupo.
-¿Estás bien Adrián? - preguntó ella.
-Si, es sólo que no quiero perderte... Ka tenemos que hacer lo que sea para que no te vayas.
Ella suspiró y agachó la cabeza.
-Lo sé, Adrián, pero me quedo sin recursos... Y cada día que pasa también pierdo más fuerzas.
-Habla de nuevo con ella, inténtalo cada día, cada noche.
-Adrián, no servirá de nada. Siempre acabos igual, discutiendo. Mi madre no es como mi abuela, que siempre acababa convenciéndola de cualquier cosa. Mi madre y yo no nos llevamos bien y por ello nunca estaremos de acuerdo...
Adrián frunció el ceño.
-Ka... espero que no te siente mal pero... ¿me puedes explicar exactamente por qué te llevas tan mal con tu madre?
Ka se sorprendió ante esa pregunta. Era cierto que Adrián no sabía nada.
-Es una historia larga, pero se resume en lo siguiente... Me parece recordar, pero no estoy segura, que te conté que mi madre me tuvo con dieciseis años más o menos, sin padre, ya que el chico que la dejó embarazada desapareció. A mi madre le entró el miedo y conoció en un viaje a su actual marido, por lo que, apenas meses después de tenerme, le dio mi custodia a mi abuela y me abandonó para irse a Londres a vivir con su novio. Me visitaba cada equis tiempo, muy de vez en cuando. Y hace casi dos años, sucedió algo horrible que no quiero contar. Pero en ese momento mi madre debería haber estado ahí, y no estuvo. Desde entonces rechazaba cada regalo que me enviaba, quemaba cada carta y desviaba cada llamada suya. No quería saber nada de ella porque la guardaba un rencor terrible... y aún, le sigo guardando gran parte de él.
Adrián se quedó bocabierta. Su novia era una caja de sorpresas y de misterios. Su vida parecía sacada de una novela de intriga dónde los personajes vivían muriendo constantemente. Y tenía clara la labor del personaje que interpretaba él.
-Joder... Cariño, si tan mal te llevas con ella, sin tanto rencor hay, ¿nunca has intentando superarlo, perdonar?
-Jamás se me ha pasado por la cabeza...
-Quizás es lo que necesitais ambas, perdonaros y vivir un nuevo futuro.
-Eso es muy difícil, Adrián, y más cuando mi madre me obliga a abandonar mi vida.
-Ka, sigo insistiendo, habla con tu madre. Pero esta vez di calmadamente todo lo que piensas de ella, todo lo que se te pasó por la cabeza y te callaste alguna vez. Dilo todo.
Ka se lo pensó durante un buen momento. Sonó la sirena que anunciaba el regreso a las clases.
-Piensalo, cariño, tienes cuatro días todavía para seguir luchando.
-Lo sé, amor, lo sé...
-¿Quieres que vaya a verte esta tarde?
-No, tranquilo, he quedado con David para recordar viejos tiempos. Nos vemos a la salida y mañana, ¿vale?
Adrián no dijo nada, pues sabía que estaba meditando qué hacer con su madre y que para ello también precisaba del apoyo de sus amigos, y no únicamente el suyo como había tenido hasta hace poco. No se acostumbraba a tratar con David, ni a que Ka tratara con Helena, pero era consciente de que era lo mejor que podía pasarle al grupo entero que parecía, estaba naciendo.
-Vale, preciosa. Luego te veo. Suerte.

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