jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 34

 27 de Abril de 2011:

Adrián le ofreció su mano en el reposabrazos y Ka se la estrechó con ganas. Se miraron. Sonrieron.
-Sigo pensando que no era necesario que me pagues este viaje también, Ka... No me siento bien.
Ka dejó la cámara de video con la que estaba grabando las nubes desde la ventanilla del avión y con un dedo silenció a Adrián.
-Insistió mi madre- solucionó ella.
Ambos dirigieron la mirada a su derecha, donde estaba su madre durmiendo.
-Igualmente me siento un mantenido, Ka, yo en cuanto pueda me pongo a trabajar...
-Adrián, ya hemos hablado esto. Con nuestra edad y sin estudios te van a explotar en cualquier sitio por muy poco dinero. Yo puedo darte ese dinero, lo que quiero es que tengas tiempo para los estudios, para ti, para nosotros.
-Me da igual, como si tengo que esperar a terminar la carrera. Iré haciendo números para devolveros el dinero.
-Eres un pesado, ¿eh?- bromeó Ka.
-Y tú un ángel.
Ka le dio un beso.
-¡Venga, vamos a grabar!- cogió la cámara.
-¿Otra vez? ¿No has grabado ya el cielo?
-¡Sí, pero nunca nos hemos grabado tú y yo en el cielo! ¡Venga, di hola, Adrián!
Adrián y Ka se pusieron a saludar a la cámara de video que sostenía Ka mientras contaba que estaban viajando hacia Londres.
-¿Verdad, cariño? ¡Contigo siempre estoy en el cielo!- gritó Ka eufórica.
-Ka, la gente te está mirando- rió Adrián.
-Pues digamosle lo feliz que somos, díselo.
Adrián sonrió. Ka parecía una niña pequeña cuando estaban juntos, y sabía que eso era causa del amor, el amor que se tenían el uno por el otro, el amor que afortunadamente estaba creciendo a pasos de gigante.
Adrián agarró la cara de Ka con las dos manos.
-Soy extremadamente feliz cuando estoy contigo- la susurró a apenas dos centímetros de distancia.
Y la besó intensamente, dejándola sin aliento.
-Vaya... esto... esto es perfecto- apoyó la cabeza en su hombro y dejó de grabar con la cámara para cerrar los ojos e inspirar el aire de felicidad.
Adrián le cogió la cámara.
-¿Vemos lo que hemos grabado hasta ahora?
-¡Sí, claro!
Adrián buscó el primer video que hicieron y lo pusieron. Había bastantes vídeos a pesar de que sólo habían pasado diecisiete días desde que Ana decidió quedarse en España para que su hija continuara con su vida. Pero es que desde que eso sucedió la relación de ambos avanzó mucho. Casi todos los fines de semana, Ana se iba a ver a su marido y Adrián y Ka aprovechaban para vivir juntos en casa de ella. Adrián enseñaba a Ka a cocinar y luego Ka experimentaba para hacerle la merienda cuando él estaba estudiando. Por la noche solían ver una película después de cenar, y quedarse horas y horas hablando y besándose. Lo mejor de esos fines de semana juntos eran las mañanas, cuando se despertaba uno y veía al otro al lado, escuchaba su respiración lenta, y le veía despertarse poco a poco en sus brazos. Ka siempre recordaría esos momentos como los más tiernos que había vivido en su vida.
El primer vídeo que salió en la videocámara fue Adrián grabando a Ka dormida mientras recitaba un poema que había escrito durante la noche, viendola en la cama. Ka se sonrojó al recordar que Adrián la había observado durante toda la noche, cada uno de sus movimientos, cada una de las palabras que susurraba en sueños. 
El segundo vídeo fue un día que merendaron en la heladería que frecuentaban, para contar su historia allí y cómo se besaron en el cumpleaños. Le hicieron grabar a uno de los camareros mientras ellos representaban la escena tan cual.
En el tercer vídeo salían comentando la borrachera de su nuevo grupo de amigos: Helena y los suyos, David, y ellos dos. Habían montado una pequeña fiesta en casa de Adrián. Dejaron de grabar el divertido juego de la botella porque ellos dos se encerraron en el cuarto de Adrián para estar a solas. Él recuerda bien como aquella tarde le ardía la piel, quizás por el alcohol, quizás por tener a Ka de nuevo en su habitación, besándola, acariciándola...
En el cuarto vídeo decidieron grabar un ensayo de la obra de teatro Romeo y Julieta. A Ka le había tocado la mala suerte de representarla delante de todo el instituto, encima de protagonista. Adrián la había estado ayudando a ensayar en su casa. Se lo habían pasado realmente bien.
También tenían en la videocámara una extensa sensión de fotos que se hicieron en una especie de río al que fueron a pasar el día. Comieron, se bañaron, y se subieron a lo alto de una especie de monte, donde había unas vistas preciosas. Ahí jugaron a sentarse y mirar al horizonte, planeando juntos su futuro. En muchas cosas no se pusieron de acuerdo, pero en otras tantas si, como que querían vivir en una casa lejos de la ciudad, amplia, con ventanales...
De pronto empezó a verse un vídeo que Adrián no recordaba haber grabado. Salía Ka sentada en el borde de su cara, diciendo unas palabras:
"Adrián:
Creo que eres la única persona que me ha merecido la pena conocer. Siempre has sido fiel, a los buenos y sobretodo malos momentos. No sabes lo importante que eres para mi, durante toda mi vida me he juntado con personas que fingían quererme, que en los buenos momentos ofrecían sonrisas, pero que en los malos momentos, en mis malos momentos se dedicaron a huir, a hundirme más, a enfadarse conmigo por mis debilidades, por necesitar su ayuda. Por eso me convertí en una persona "sin sentimientos", enfadada, sin querer pedir ayuda, sin contar mis problemas a nadie, porque me habían demostrado que los amigos son solo para los buenos momentos, que la vida iba a ser así...
Hasta que llegaste tú. Por eso te grabo este vídeo, que algún día verás sin saber que existía, para que comprendas  que me has hecho renacer, porque siendo yo contigo, soy feliz."
Ka se quedó con los ojos abiertos. No esperaba que Adrián viera ese vídeo delante de ella, le daba mucha vergüenza. Ambos quedaron en silencio durante unos minutos, y después Adrián la miró fijamente a los ojos.
-¿Es todo cierto?- preguntó sorprendido.
-Sí.
La abrazó con fuerza.
-Nunca una persona como tú debería estar sola.
-Ya no lo estoy- lo besó.
-Nunca más.
Siguieron viendo vídeos de esos pocos días tan intensos que habían vivido juntos, y hablaron de los planes que les quedaban por hacer, de ir a Madrid en navidades, de ir a la playa en verano, de alquilar una casa rural para la próxima Semana Santa, de fingir una boda en alguna iglesia abandonada...
Se quedó corta la hora y algo de viaje para todos los planes que quisieron imaginar, despertaron a Ana y tras coger las maletas buscaron un taxi que les llevara al centro de Londres. Cuando llegaron a la casa de sus padres, a Ka le dio un escalofrío. Muchos malos recuerdos junto con una ligera angustia la invadieron el cuerpo, pero miró a su izquierda: ese día tenía a Adrián a su lado. Habían viajado a Londres por voluntad propia. 
-Ir a dar una vuelta por la ciudad, yo os coloco la ropa si queréis- ofreció Ana después de saludar a su marido con un generoso achuchón.
-¿Qué habitación vamos a tener?- preguntó Ka.
-Tú, la tuya, y Adrián dormirá en la de invitados.
Ambos se miraron.
-¿No vamos a dormir juntos?- se atrevió a preguntar Ka con una media sonrisa.
-¿¡Estás loca!? Mientras esté yo presente no, jovencita.
Adrián y Ka empezaron a reírse. La suerte que tenían ambos es que su madre no solía estar presente.
-Ven, te voy a enseñar Londres.
-Te sigo- dijo Adrián cogiendo los abrigos.
Ya era primavera, pero en Londres solía hacer bastante más frío que en España. Debido a que Ka no quiso salir nunca de casa cuando fue obligada a vivir en Londres, conocía un par de calles y ya. Decidió dedicar el primer día a pasear por la zona de Oxford Street, llena de tiendas de ropa. Visitaron cada tienda que les llamaba la atención, aunque la mayoría también existían en España, había alguna que no, como "Forever 21", donde Ka se compró un montón de ropa sin control. Adrián le aconsejaba que no gastara todo el dinero de su madre, pero obviamente su novia no hizo caso. Y a pesar de que él se resistió a que le comprasen nada más, Ka pagó a escondidas un par de jerseys que había visto que le gustaban a Adrián.
-Ka, te dije que no me compraras nada, me voy a enfadar al final- dijo Adrián cuando paseaban por la avenida.
Ka se subió a aupa de Adrián.
-Lo siento, prometo no comprarte nada más... al menos en veinticuatro horas.
Adrián bajó a Ka de su espalda y se puso a hacerle cosquillas:
-Eres mala, ¿eh? Nunca me haces caso.
-Nací para desobedecer.
-Hello. Can I take you a photo, please? I'm photographer.
Ka y Adrián se miraron. 
-Oh, yes- no supo que más contestar ella.
El fotógrafo inglés se puso a hablar mientras preparaba la cámara, pero ninguno de los dos logró comprender más de cinco palabras.
-Please- dijo mientras les indicaba que posaran para la foto.
Y allí en medio de Oxford Street lleno de gente mirándolos, Adrián cogió a Ka y le dio un beso.
-Oh, perfect. Thank you. If you want, take me your email and I'll send the photo.
-Ka, creo que quiere nuestro correo para darnos la foto.
-Ah, ok...
Ambos, sin saber lo que acababa de ocurrir le dieron el correo al fotógrafo que aquella misma tarde les envió la bonita foto y un texto que traduccieron, dónde les decía que su foto iba a ser expuesta en una exposición en el centro de Londres al día siguiente.
Volvieron a casa y le enseñaron la ropa a sus padres. Cenaron en un restaurante bastante caro. Adrián estaba un poco vergonzoso por que su relación con Ka ya estuviera al nivel de viajar con los suegros. Pero gracias a la presencia de Adrián, Ka empezó a tomar una relación con el marido de su madre, incluso consiguieron hacerse una foto de familia. Por la noche, cuando sus padres ya estaban dormidos, Ka fue a ver a Adrián a su habitación:
-Ka, se van a despertar tus padres y se van a enfadar como nos vean en la misma habitación.
-Shhh, sólo quiero darte las buenas noches.
Le acarició la mejilla y se metió en la cama para besarle. Adrián pasó su mano por la nuca de ella, y la piel se le puso de gallina. Ka bajó sus manos por su pecho y se miraron a los ojos. Luego volvieron a besarse intensamente, mientras Ka enroscaba sus piernas en torno a la cintura de Adrián. Pasaron horas así, hasta que Ka se quedó dormida y Adrián la llevó en brazos a su cama.
Al día siguiente fueron a la exposición de aquel fotógrafo inglés que les pidió una foto. Por suerte tenía una sobrina que sabía español y pudieron hablar con él tomando un café mientras ésta traducía. Les ofreció hacerse una sesión de foto, pero ellos sólo le dedicaron una hora para hacer unas pocas de forma improvisada en el café.
Más tarde, Ka decidió llevar a Adrián a merendar la comida típica de allí: Fish and Chips. No les gustó a ninguno de los dos, lo cambiaron por un café en Starbucks. Después de comer fuera, decidieron dedicar la tarde en visitar el Palacio Real, y algún que otro museo. No dejaron en ningún momento de grabarse, de besarse, de prometerse estar siempre juntos... Ambos tenían asumido que sus vidas por fin habían cobrado sentido, y que jamás volverían a sentirse solos y hundidos. Que siempre estaría el uno con el otro. 
Por la noche cenaron en casa ya que Ramón había tenido que trabajar y había llegado tarde. A Ana se le había ocurrido la brillante idea de sacar las pocas fotos que su madre le había enviado de Ka, año tras año. La vieron crecer tras treinta fotos, desde que era un bebé hasta que tuvo quince años y cambió completamente. Adrián se sorprendió de ver en las fotos a una chica risueña, con la mirada brillante, pelo castaño, rizado y corto y una vestido rosa. No se parecía en nada a la Ka que él conoció y se preguntó qué había pasado para que cambiara tanto y tan repentinamente. Y de pronto recordó la imagen de la chica destrozada que vio en el perfil de Tuenti de Ka. La chica a la que estaba claro, habían dado una paliza. La chica que se parecía mucho a la chica de las fotos de Ana.
Cuando fueron a dormir, Adrián aprovechó para hablar a solas con su novia.
-¿Qué pasa?- preguntó ella al ver la expresión del chico.
-Vi la foto.
-¿Qué foto?
-La foto en la que te etiquetaron hace unos meses, cuando me defendiste de David y su grupo,
A Ka se le palideció el rostro.
-No sé de qué me estás hablando.
-Ka, sé que eras tú...
-No, no sabes nada- gritó.
Salió corriendo y se encerró en su habitación. Adrián quiso ir detrás, pero le detuvo su madre.
-Es mejor que la dejes sola.
-Créeme, Adrián, no vuelvas a tocar ese tema.
-¿Qué pasó, Ana? ¿Qué pasó con ella?
-Es algo que es mejor no recordar, ¿de acuerdo? Vete a dormir, anda, mañana os despertaréis mejor.
Adrián hizo caso, pues sabía que insistir no iba a hacerle conseguir nada. Ya lo hablarían, más adelante. Precisamente él mejor que nadie entendía lo que era guardar un pasado que te hizo sufrir.
No pegó ojo en toda la noche y aprovechó a levantarse pronto para hacerle el desayuno a Ka. Se lo llevó a la cama. Ella tampoco había dormido nada.
-Perdóname por gritarte ayer- dijo ella.
-No pasa nada, cariño. No debería haberte insistido.
Ka apoyó la cabeza en su hombro y le ofreció la mitad de su desayuno a él. Se lo comieron en silencio. Después de que se duchase ambos, el ambiente cambió como si no hubiera pasado nada. Pasaron la mañana paseando con su madre y Ramón, y por la tarde volvieron al aeropuerto para regresar a España.
Su videocámara era consciente del viaje tan bonito que habían hecho.

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