sábado, 20 de octubre de 2012

Capítulo 25

16 de Marzo de 2011:

Ka no esperó a nadie en la esquina del instituto dónde solía quedar Adrián, Helena y ella. Aquel día, incluso se había levantado más temprano para salir antes de casa y no tener que verlos, tan felices, juntos, como amigos o... como algo más. Además,   había aprovechado también para estudiar matemáticas y así tener ocupada la mente en el examen que tenía aquel día y que, entre unas cosas y otras, el día anterior no había podido estudiar. No podía permitir que sus problemas ¿sentimentales? dejaran bajar su nota media, después de todo lo que había conseguido hasta entonces. 
Aceleró el paso por si acaso Adrián y Helena se adelantaban aquel día, y se metió en el instituto, por los pasillos, fingiendo no ver a la gente que la veía sola y se compadecía de ella. Algunos hasta se reían. En tiempos pasados, Ka se hubiera girado, se hubiera acercado a ellos y les hubiera dejado bien claro que nadie se reía de ella sin consecuencias. Pero no serviría de nada hacer eso en aquel momento. Era verdad, estaba completamente sola, y la daba igual. O eso quería creer.
Llegó la profesora que le tocaba a esa hora y Ka entró la primera a clase, nada más tocar el timbre. Se sentó en una mesa del fondo sin compañero. Antes se sentaba con una de las chicas del grupo, a veces con David, pero desde que defendió a Adrián, éstos se habían sentado en la otra punta de clase, alejados de ella y de una nueva posibilidad de pelea que David quería evitar a toda costa. Ka tenía que agradecerlo, suponía.
En ese mismo instante entró él. Ka levantó la cabeza para descubrir que él se había dignado a mirarla, por primera vez desde la última vez que hablaron. Fue una mirada rápida e intensa. Ka no supo muy bien si aquella mirada era de reproche o compasión, en cualquier caso, estaba llena de tristeza. Ka bajó la mirada y cuando la volvió a levantar, David había desaparecido y se había sentado en su sitio junto a Yaiza, la chica que siempre había estado detrás de él y sólo había conseguido algún  beso tonto en alguna tarde de botellón.
La clase empezó. Ka dejó de escuchar casi mecánicamente a la profesora. Miraba su cuaderno abierto con los ejercicios que, la verdad, poco la importaba en ese momento si estaban bien hechos o no. Oía en el otro lado de la clase murmullos de la gente hablando. Miró hacia donde estaba David y el grupo al que había pertenecido ella. Hablaban y reían seguramente contando  historias de la tarde anterior  A veces echaba de menos tener un grupo, a pesar de que nunca terminó de encajar en él. Pero se sentía más sola... Apartó la mirada de aquel grupo y la dirigió al resto de la clase, intentando calmar su envidia. Y tampoco lo consiguió: todo el mundo se sentaba en pareja, todo el mundo hablaba y compartía cosas con alguien. Y ella, sólo se tenía así misma.
Bostezó y volvió a bajar la mirada a su cuaderno, antes de hundirse más. Después de tres "horas de tortura", tocaba enfrentarse a algo nuevo: ¿buscaba en el recreo a Adrián y "la otra" arriesgándose a pillarlos juntos "cariñosamente" o decidía quedarse sola en cualquier parte sin molestar a nadie como a veces ella tenía la sensación? Saliendo por la puerta volvió a encontrar a David mirándola. ¿Qué le pasaba? Aligeró el paso y entró, medio a escondidas, en el otro patio donde nada más entrar divisó a Helena y Adrián... abrazados. Ka reventó en ira. No estaba dispuesta a aguantar tanto amor en su cara, a sentirse ignorada como cada día... No, eso iba a cambiar. Aquel mismo día iba a cambiar, empezando por irse de nuevo a su patio, enfadada, huyendo de aquellas dos personas.
Entró en su edificio correspondiente y se escondió de todo el mundo en la biblioteca, abierta únicamente para dos o tres personas que aprovechaban la media hora de descanso para estudiar o hacer deberes. Ka se sintió fuera de lugar en todos los sentidos. ¿Cómo podía haber acabado allí? Ya no se trataba de que Ka jamás se había escondido de nadie, y ni loca hubiera pisado una biblioteca. Ya ni si quiera era que se hubiera quedado sin amigos, sin el grupo tan maravilloso que pensaba tener. Era que, hasta el chico que desde un principio se había fijado en ella, había acabado por ignorarla reemplazándola por otra, posiblemente mejor. Al fin y al cabo, ¿quienes eran Helena y Ka? Era una chica responsable, cariñosa, guapa y normal frente a una chica totalmente irresponsable, de la que Adrián se tenía que hacer cargo frecuentemente, una chica nada cariñosa, llena de traumas y durezas, posiblemente guapa si no fuera porque apenas se le veía la cara a causa de su pelo negro y, sobretodo, una chica que jamás había hecho del todo caso a Adrián. Estaba claro por qué éste había elegido a Helena.
Ka enterró la cara en las manos y respiró profunda y lentamente para evitar que se le cayera alguna que otra lágrima. "Ya está, otra derrota más. Otra cicatriz. Qué más da, es una más."

Mientras tanto, Helena hablaba extensamente sobre su futuro. Le explicaba a Adrián su vocación por la medicina, y las dudas sobre si llegaría a ser suficientemente buena para alcanzar una buena nota para Selectividad.
-¿Bromeas? Eres perfecta, podrás alcanzar y superar la nota, no lo dudes, Helena.
Helena miró a los ojos a Adrián en señal de agradecimiento y le halló distraído, mirando a diferentes direcciones como buscando algo o alguien.
-¿Pasa algo, Adri?- le sacó de tu pequeño trance Helena.
-¿Eh? No, no. Sólo estaba mirando a ver si veía a Ka, es raro que no haya venido hoy con nosotros como hace siempre...
-A lo mejor está enferma.
-No, ayer estaba bien.
-Pues no tenía buena cara en la biblioteca...
-Ya... bueno, estaba un poco enfadada...
-¡Vamos, que está celosa!
-¿Celosa? ¿De qué?
-De ti.
-No, no es cierto... ¿no?
-Mira, Adri, no conozco muy bien a Ka, pero sé que desde que ella me conoció a mi, entre los tres reina la tensión, tensión que trae ella con sus miradas y resoplos, provocada porque no soporta verte conmigo sabiendo que ella te tuvo y no te supo apreciar.
-¿Contigo? Pero, ¿estamos juntos acaso?
Helena puso los ojos en blanco, señal de la poca paciencia que le quedaba sobre aquel tema.
-¡No! Pero ella cree que si. Piensa que estamos tan juntos no porque seamos amigos, si no porque hay algo más.
-Pero yo no la he dicho eso...
-No hace falta hacer prácticamente nada para que una persona que te quiere se ponga celosa.
-¿Quererme...?
-¡Adrián, pareces nuevo!
Adrián miró muy seriamente a Helena.
-Nadie me ha querido nunca- dijo con la voz casi ronca.
Helena calló un momento. Se dio cuenta del poco cariño que había recibido su amigo a lo largo de su vida, sus padres, la gente, los amigos que nunca tuvo... Se acercó a Adrián y le abrazó fuertemente, como intentando traspasarle de golpe, en un momento, todo el cariño que no  había recibido en diecisiete años.
-Lo siento...- dijo nada más.
Cuando se separaron, Adrián, para alivio de ambos, no dio importancia al último comentario que había hecho y continúo con la conversación que estaban manteniendo sobre Ka.
-Entonces, ¿qué hago? Tendré que decirla que no estamos juntos y...
-No. No lo hagas. Creo que a Ka le viene bien una buena ración de celos.
-¿Cómo? ¿Por qué?
-¿No te das cuenta? ¿Cuándo se ha dado cuenta de que te quiere? ¡Cuando te ha dado por perdido! Si ahora, cuando empezaba a darse cuenta de sus sentimientos, regresas a su lado comportándote cómo antes, ella volverá a tratarte cómo antes también, ignorando sus propios sentimientos y de vez en cuando a ti.
-¿Entonces?
-Hay que seguir como estamos, que nos vea juntos, ¡más juntos! Qué tenga miedo de perderte y te confiese todos sus sentimientos...
-Antes de que confiese ella sus sentimientos- interrumpió Adrián, sabiendo de lo que hablaba.- , la pierdo yo por ignorarla por completo.
Helena se quedó pensando un buen rato, asintiendo débilmente con la cabeza. Sí, quizás Adrián tenía razón, la táctica de los celos no funcionaban igual en todas las personas.
-Entonces, habrá que darle celos con un límite de tiempo, en el cuál, seas tú el que hagas algo por ella confiándole tus sentimientos...- Helena empezó a hablar prácticamente sola.
-¿Eh?
-¡Nada! Ya pensaré algo, de momento, esta tarde hay que ir a su casa y que nos vea juntos.
-¿No crees que es excesivo, Helena?
-¿No es una chica dura y sin sentimientos? ¡Que lo demuestre!
A Adrián no acababa de convencerlo del todo aquel plan trazado por Helena, pero se dejó llevar, pues parecía que ella sabía de lo que hablaba y, por supuesto, Adrián no tenía ni idea sobre el amor y todo ello. En cambio, Helena sentía una ligera adrenalina con aquel plan maravilloso de dar celos a Ka. Es cierto que quería ayudar a Adrián, pero también era cierto que el plan requería más acercamiento entre ambos, y al fin y al cabo, a Helena si que le gustaba él.

Más tarde, en otro edificio no muy lejano...

Después del recreo y del examen de matemáticas, el cuál no le había salido muy bien, tocaba dar literatura universal. Ka sacó de la mochila su libro de literatura, el cuaderno, su agenda y su estuche y dejó ésta en el suelo. Se sentó en la silla y comenzó a garabatear cosas sin sentido en su cuaderno, mientras los demás armaban barullo y salían al pasillo con sus compañeros a esperar a la profesora. Ka estaba distraída haciendo una espiral lo más perfecto posible cuando de pronto sintió una presencia, alguien se había sentado a su lado. Vio la sudadera negra que tanto reconocía y sin embargo, hasta que no vio su cara no pudo creerlo: David.
-¿Qué dibujas?- le preguntó.
-¿Eh? No, nada... tonterías- habló tan bajo que apenas se escuchó ella misma.
Se quedaron mirando fijamente, el uno al otro, y Ka sintió que algo había cambiado en él. Sonrieron casi sin poder evitarlo.
-¿Puedo sentarme aquí en literatura?- preguntó David.
Ka estaba totalmente atónita. ¿Y los demás? ¿Qué opinarían los demás?
-Los demás tendrán que joderse, me apetece sentarme aquí y punto- contestó él, como si le hubiera leído el pensamiento.
Y sin embargo lo único que podía leer era la expresión de Ka, una mezcla de sorpresa, confusión y miedo.
-Claro, siéntate... No hay nadie aquí.
-Está bien. 
Y sacó de su mochila un cuaderno y el libro únicamente. El estuche no lo sacó, pues daba por hecho que no lo iba a utilizar. En aquella hora tenía otras intenciones. Vino la profesora y los demás se sentaron en su sitio. Ka pudo ver como tenía más de una mirada clavada en ella: el grupo de David  no se había tomado nada bien que estuviera haciendo lo que sea que estuviera haciendo. David se giró hacia ella y habló en voz baja:
-Verás Ka, voy a ser directo. ¿Me molestó que ya no contaras con nosotros? Sí. ¿Me jodió que defendieras  a ese "pintamonas"? También. ¿Te echo de menos? Lo que más.
Ka intentó no abrir demasiado la boca.
-El grupo me tiene un respeto, saben que sin mi no son nada, así que me obedecerán y no te harán nada si decides venir conmigo.
Ka suspiró.
-David, no quiero volver con el grupo, ya no soy la que era...
-Lo sé- interrumpió-, y no pretendo que vuelvas al grupo. Sólo quiero que tú y yo si sigamos siendo amigos.
Ka le miró a los ojos y sabía que no mentira. También supo desde aquel momento, hasta qué punto ella era su debilidad. Se la estaba jugando sólo por ser su amigo. A pesar de todo, de las dudas, de lo poco que encajaba con todos ellos, sonrió y aceptó. Sentía que David también estaba cambiando y traía consigo una buena sensación.
-¿Entonces, volvemos a ser amigos?
-Claro que sí, David.
Y continuaron hablando de cosas sin importancia, disimulando la felicidad contenida que Ka tenía sin saber por qué. Quizás porque se había levantado aquella mañana completamente sola y David, una vez más, había llenado gran parte de ese vacío.

Después...

Más contenta que la tarde del día anterior, llegó Ka a su casa, encontrándose con la sorpresa de que su abuela todavía no se había ido, como solía hacer siempre. Cerró la puerta, dejó la mochila en el suelo y la dio un beso como saludo, contenta de que su abuela hubiera decidido ese lugar que tanto la estaba perjudicando.
-¿No vas a ir hoy al hogar de los jubilados, abuela?
Sin embargo, pronto se acabó la satisfacción:
-Sí, sólo que hoy habíamos quedado un poco más tarde, me iba ahora en diez minutos.
Ka sintió a su abuela mareada. No, no podía salir. Últimamente su abuela salía mucho y eso sólo hacía que enfermara más.
-Hoy no deberías ir. Debes descansar- empezó a sugerir Ka.
-Ya hemos quedado, tengo que ir.
-Se puede anular, podrán jugar sin ti, abuela.
-Que no, hija, quiero divertirme.
-Abuela, que hoy no vas- terminó por prohibir.
Su abuela miró a Ka sin saber muy bien que hacer y optó por intentar irse sin tener en cuenta nada de lo que le había dicho. Ka se puso en medio de la puerta con los brazos cruzados y la expresión seria.
-No me obligues a encerrarte con llave como a los niños pequeños, abuela. Tienes una edad para cuidarte, ¿no crees?
-Ka, por favor...
-No. Hoy no. Se acabó, no pienso aguantar más todo esto.
Su abuela supo en aquel momento que no tenía nada que hacer, pero tenía que salir e ir... Era vital. Sin embargo, y con mucho esfuerzo, se quitó el abrigo y dio media vuelta, encerrándose en su habitación como cuál adolescente, dando un portazo. Ka suspiró e intentó no llorar, pensando en David y en que no todo en aquel día había sido malo. Luego, se puso a comer ella sola, sin meterse más en la vida de su abuela.
Cuando dieron las cinco de la tarde, alguien llamó a la puerta. Ka quería creer que no era ningún viejecito exigiendo que su abuela fuera su cita de todos los días, pues ya se esperaba cualquier cosa. Y sin embargo, era algo mucho peor: Adrián, con Helena, por supuesto.
-Hola, Ka.
-Hola...
-Venimos a buscarte para ir a biblioteca, bueno, si te quieres venir- dijo Helena mientras se acercaba vertiginosamente a Adrián.
Ka puso los ojos en blanco, intentando evitar aquella imagen. Rápidamente inventó una escusa para no tener que aguantar una tarde más con la parejita.
-Veréis, es que está mi abuela un poco enferma y no puedo salir de casa, tengo que vigilar que no se ponga peor...
-¡No pasa nada, podemos estudiar aquí también!- se autoinvitó Helena.
Adrián la miró sorprendido también. ¿Cómo tenía tanta cara? ¿Acaso era su casa? Sin embargo, a Ka no le dio tiempo para reaccionar: ya tenía a Helena y Adrián dentro de su comedor, sacando libros y cuadernos.
Mientras hacían deberes, Ka se daba cuenta de las miradas que habían entre ellos, y que, nuevamente, la desplazaban dejándola completamente sola y fuera de situación. No  lo entendía: si tanto querían estar juntos, ¿por qué se empeñaban en que también estuviera ella para verlos? Helena le pidió a su amigo que le explicara un trozo del temario que no entendía, "como siempre", pensó Ka, y de vez en cuando soltaba alguna que otra risita nerviosa. ¿Qué diablos la pasaba? Estaba más insoportable de lo normal... Hasta Adrián parecía darse cuenta. De pronto, pasó lo impensable:
-Podríamos ir al cine este fin de semana, o incluso mañana, ¿qué te parece?- le sugirió a Adrián con voz lo suficientemente alta como para que Ka se enterara inevitablemente.
-No sé, como quieras...- dijo Adrián sin mucho afán.
-Me gustaría ver una comedia romántica que estrenan hoy. Va de un trío amoroso y sus batallitas, ya sabes...
Ka no pudo evitar mirarla. ¿Trío amoroso? ¿De qué le sonaba?
-Está bien, vamos mañana si quieres, no tengo nada que hacer.
-¿Quieres venirte, Ka? Creo que te gustaría la película- la invitó Helena, con todo su descaro.
Ka la atravesó con la mirada. Ni muerta se iba al cine, el lugar preferido de los enamorados, con precisamente una pareja de ellos.
-No, tengo que cuidar de mi abuela...- agradeció que su escusa abarcara varios días para no verlos.
-¡Ay, es verdad, dila que se mejore! Yo me tengo que ir ya, ¿te vienes, Adri?
Ka notó el nuevo diminutivo cariñoso o de confianza que Helena usaba para llamar a Adrián. Adrián no quería irse, quería quedarse un rato con Ka, calmarla, pues la veía muy alterada y preguntarla por qué no había venido aquella mañana con ellos. Sin embargo, Helena le guiñó un ojo y recordó que tenían una estrategia común para dar celos a Ka. Se levantó y comenzó a recoger con Helena.
-Si, claro, Helena. Yo... tenía que hacer unos recados.
A Ka le sonó todo aquello a paripé, escusas, y sin embargo le daba igual. No quería estar juntos a ellos mientras estuvieran juntos. Echaba de menos a Adrián, pero Helena jamás se quitaba del medio, así que prefería no verlos a ninguno de los dos. 
Cuando por fin cerró la puerta y ellos se había ido, Ka respiró tranquila, pensando que toda la pesadilla de aquel día había llegado a su fin, a las ocho de la tarde que  era.
Y sin embargo, todavía quedaba más. Alguien llamó al teléfono de casa. No esperó a que saliese su abuela, pues podría estar dormida, así que se abalanzó hacia la mesita pequeña que había al lado del sofá, dónde se encontraba un teléfono, todavía de cable.
-Sí, ¿dígame?
-Hola, muy buenas tardes. Pregunto por Marga Román.
¿Quién preguntaba por su abuela?
-Ahora mismo no puede ponerse, ¿de parte de quién es?
-Llamo desde el Hospital Rey Juan Carlos I, hoy Marga tenía una cita a las cuatro de la tarde y no tenemos registrado que haya venido.
-¿Del hospital? Eh... No, no, no ha ido... No se encontraba bien y...
-¿Puede decirle, por favor, que mañana venga sin falta a la cita que tiene a las tres de la tarde, y que si no pudiera venir, llamara a este número para anularla?
-Eh... sí, claro, no se preocupe.
-Vale, muchas gracias, que pase un buen día.
-Hasta luego...
Ka colgó. No se podía creer que en aquel día pudiera sorprenderse todavía más, y se equivocaba. ¿Hospital? ¿Su abuela en realidad quería ir aquel día al hospital? ¿Por qué? ¿Estaba enferma y no quería decirle nada?
En aquel mismo instante salió su abuela de la habitación, en camisón, con la cara bastante pálida.
-¿Quién era?- preguntó con la voz entre cansada y recién levantada.
Ka miró duramente a su abuela, como reprochándole.
-Del hospital. Tenías cita hoy y no me has dicho absolutamente nada.
Su abuela fue rápidamente a su lado, para intentar solucionarlo.
-Hija, no te dije nada porque no es nada importante, no te asustes...
-¿Qué es nada importante?
-Nada, nada, sólo que tenía que hacerme una analítica.
-¿Estás enferma?
-¡No! Sólo quería hacerme un chequeo porque me siento un poco débil estos días...
-¿Débil? ¡Has llegado más de un día a casa vomitando!
-Serán virus, que es invierno y...
-Prométeme que no pasa nada, abuela- dijo Ka realmente asustada.
Su abuela la miró a la ojos, casi segura de lo que iba a decir:
-Te lo prometo, mi pequeña, todo está bien.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado nena. Como siempre. Todo el rollo ese de los celos va a acabar como el rosario de la aurora creo yo. Y la abuela, madre mía, eso ya lo veía yo venir.
    Bueno que sigas así y muchas gracias por apoyarme a mí también con mi novela White Horse. Besos *3*

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  2. Me gustó sobre todo el diálogo entre Adrián y Helena sobre el amor y cuando ella le dice a él: Adrián, ¡pareces nuevo! jajaj. Él con lo inocentillo que es :)

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  3. buenas:) sabias que me encanta?^^ ka es simplemente genial! de adrian no puedo decir lo mismo.. no me convence! no es lo demasiado bueno para ka, lo veo un tanto cobarde.. ame la actitud de david, el si q vale la pena:3:3 y d helena, q decir.. es un poco bicho no? adrian es muy influenciable.. pobre adri haha solo q en mi humilde opinión el y helena harían una muy buena pareja y no con ka.. un besito! estoy deseando saber q pasara^^ escribe pronto!

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  4. Oye al final de la historia ponía que ¿era invierno? pero si según la fecha es 16 de marzo... Me encanta la historia por cierto sigue así un besi!

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  5. Porquee se acabaa!!! kiero seguir!!

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  6. http://beautigulworldofcolors.blogspot.com.es/
    es mi nuevo blog em encanta el tuyo!

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