lunes, 5 de diciembre de 2011

Capítulo 10

07 de Septiembre de 2010:

Adrián no pudo dormir en toda la noche. No entendía por qué Ka se habia marchado de esa formala tarde anterior. A decir verdad, no entendía nada. ¿Quién era la chica de la foto? ¿Por qué había afectado tanto a Ka? ¿Por qué la había etiquetado bajo un título amenazante? ¿Quién lo hizo? ¿Qué escondía Ka? Y sobre todo... ¿qué había pasado con ella?
La estuvo llamando desde casa durante media hora, pero Ka tenía el móvil apagado. 
Inventó varias historias que pudiera saciar su intriga, y pensó que la chica podría ser una simple desconocida y que la foto había sido una broma de mal gusto. Pero Ka no se iba de esa forma por una broma nada más.
Pensó también que podía ser una amiga suya. que tuvo un accidente y le mostraron la foto para hacerla daño. Pero nada de lo que pensaba tenía sentido.
Pasó toda la noche comiéndose la cabeza, sin poder dormir. Pasó toda la noche mirando una y otra vez la chica de la foto a la que apenas se le veía la cara por los golpes y la sangre. Pasó toda la noche esperando a que Ka diera señales de vida.
Pero no las dio.
Aquella mañana se levantó de la cama bien temprano, pues no aguantaba más estar tumbado sin poder dormir. Le dolía todo el cuerpo, le dolía la cabeza y le dolía no saber como ayudar a Ka. 
Abrió el armario y cogió unos pantalones vaqueros claros y una camiseta de manga corta negra, con el símbolo de la tienda en el pecho. Se lo puso. Fue a la cocina con la intención de desayunar, pero el estómago se le había cerrado y decidió no abrir la nevera. Fue a su habitación de nuevo a por el ordenador portátil y lo encendió sentado en el sofá del salón. Se metió en su Tuenti y volvió a buscar a Ka. 
En su perfil ya no estaba la foto. Eso significaba que Ka había dado una pequeña señal de vida desetiquetándose de aquella dichosa foto y que en cierto modo, quizás estuviera bien. Pero no estaba conectada, ni había contestado a sus mensajes privados. Adrián apagó el ordenador y se dirigió al teléfono. Tecleó el número de móvil de Ka sin mirarlo, pues se lo sabía de memoria por la noche anterior haberla llamado tantas veces. 
Comunicaba. Parecía que Ka no quería hablar ni saber nada de nadie. Pensó que podía hacer para localizarla. Hubiera ido a su casa si supiera donde vivía. Quizás podría irse a la calle donde se tropezó con ella, quizás Ka volvería a pasar, a encontrarle y a contarle sus problemas como la última vez, ¿no?
Pero las cosas aquel día no pintaban tan bien...


En casa de Ka...


Ka seguía sentada en el borde de la cama con la mirada perdida. No sabía el tiempo que llevaba así. Estaba totalmente paralizada y bloqueada con todo lo que había pasado la tarde anterior. 
Cuando vio aquella foto sólo pudo salir corriendo, encerrarse en su cuarto y pensar. O mejor dicho, no pensar. No moverse. No parpadear. Había entrado como en una especie de estado de Shock.
Pero por fin esa mañana reaccionó de nuevo y lo primero que le salió fue llorar. Lloró muchísimo. Muchísimo más que cuando dejó inconsciente a Yoli. Lloró tanto como hacía más o menos un año. Lloró tanto como debió llorar la chica de la foto, al acabar así. Lloró hasta que no pudo más.
Pero las lágrimas se acaban y las de Ka no era una excepción. Cuando la garganta le dolía por culpa del gran nudo que se había formado en ella y por los llantos ahogados, Ka se secó la cara con la manga de su sudadera que no se había quitado desde el día anterior y acarició su cuello en busca de algo. Rozó la llema de sus dedos con una cadena y la extrajo de dentro de su sudadera. Sacó su collar favorito. Ese collar en forma de lágrima que observaba siempre que se hundía. Ese collar que guardaba todo su secreto, todo su pasado. Un collar que para Ka representaba algo muy importante. Un collar, una lágrima de amatista. Se lo guardó de nuevo.
Respiró hondo. Volvió a hacerlo. Intentaba tranquilizarse a partir de la respiración, según enseñaban algunos psicólogos y especialistas en relajación. Pero Ka no consiguió tranquilizarse mucho. 
No sabía donde ir. No sabía que hacer. Se preguntó si volvería a salir a la calle y su cuerpo rechazó automáticamente la idea. Pero... ¿por qué? ¿No era Ka la protagonista de la calle? Parecía ser que ya no... Parecía ser que la chica fuerte ahora tenía miedo. Y motivos no la faltaban. Conocía a la gente con quien se había ido durante todo el último año. Conocía las mentes retorcidas que se hallaban en cada uno de todos ellos. Sabían de lo que eran capaz de hacer. No les importaría atacar 10 personas contra 1 sola. No tenían compasión.
Ka suspiró. Estaba acabada. No tenía a quien acudir, no tenía que hacer. Solo la quedaba esperar a que se olvidaran de ella, o mismamente a que vinieran e hicieran lo que quisieran con ella.
Se tumbó en la cama y abrazó la almohada. Hacía tiempo que no se sentía tan pequeña, tan indefensa y desprotegida. Había aprendido a valerse por sí misma, a defenderse y no depender de nadie, pero siempre y cuando no hubiera 20 personas en contra tuya y dispuestas a acabar contigo de la manera más dura y cruel posible. Era cierto que Ka se había pasado mucho con Yoli, pero ella no fue buscando pelea. 
No lo veía justo. No entendía por qué todo le pasaba a ella.
Decidió encender el móvil. Alguien había estado llamándola durante toda la tarde anterior y lo apagó para no tener que oírlo. Introdujo el PIN, un PIN cualquiera que te dan con la tarjeta del teléfono  Miró las 14 llamadas perdidas que tenía. Todas eran del mismo número. ¿Quién cojones había llamado tanto? La daba un poco igual.
Sonó el politono que tenía en móvil como aviso de la llegada de un nuevo SMS, y lo abrió. Era el buzón de voz que tenía un mensaje. Ka pulsó casi con miedo la tecla que habilitaba el audio del mensaje y se dispuso a escucharlo. Se oyó la voz de un chico preocupado:
-Ka... Ka por favor, enciende el móvil. Dime que estás bien, dime que ha pasado. Estoy preocupado... Siento ser pesado... Quiero saber algo de ti, por favor.
El mensaje de voz se apagó y Ka lo borró. No necesitó escucharlo dos veces para saber de quien era. Reconoció aquella voz a la primera. Era una voz suave, a veces apagada y en esa ocasión muy nerviosa.
Ka se sentía mal. Adrián estaba preocupado por ella y no había sido capaz de dar señales de vida en toda la noche. Pero en esos mismos instantes no le apetecía nada llamarle y mucho menos darle explicaciones. Se había convertido en un colega, pero nada más.
Dejó el móvil en la cama, al lado y se volvió a tumbar. Cerró los ojos e intentó dormir.
Pareció conseguirlo.




11 de Septiembre de 2011:


Adrián estaba que se tiraba de los pelos. Llevaba 4 días sin saber absolutamente nada de Ka y estaba demasiado preocupado. Después de verla tan afectada por la supuesta foto y tras una desaparición repentina, por la cabeza de Adrián habían pasado hasta 3 o 4 desgracias diferentes, una de ellas, la que estuvo a punto de cometer él: el suicidio.
Pero por su propio bienestar se quitó esa idea de la cabeza segundos después de pensarla. "Ka es fuerte" se decía una y otra vez. Pero le daba miedo descubrir lo contrario.
Después de dar dos o tres vueltas alrededor del puente, después de que la noche empezara a caer, Adrián decidió volver a casa y llamarla.


A las 23:00 en el puente...


Un importante número de perdonas se había reunido aquella noche en el puente. Sería agradable decir que aquella era una reunión de personas serias, pero era todo lo contrario. Se habían citado en aquel puente para hacer lo que hacían noche sí, noche también. Casi 40 personas habían salido de casa aquella noche para beber, fumar y drogarse. Pero tal número de personas no estaban allí solo para su propia diversión. Alguien les había llamado para algún tipo de plan que quería llevar al cabo.
-¿Una copa, Yoli?
La gente ya había encendido la música en unos altavoces extremadamente grandes implantados en el maletero de algún coche aparcado en mitad del bosque.
-No, gracias. Me estoy reservando para el momento.
Una chica vestida ligera de ropa se acercó:
-¡Hombre, Yoli! ¿Cómo estás tía?
Yoli sonrió a la vez que pensaba lo puta que podía llegar a ser aquella chica cuyo vestuario se basaba en una minifalda de cuero, casi invisible.
-¿No me ves? Estoy mejor que nunca.
Aquel día, Yoli por fin había salido del hospital. Tuvo un diagnóstico un poco difícil. Tres puntos en la mejilla derecha y cinco más en la ceja izquierda. El tabique nasal lo tenía desviado, un poco más y Yoli no se hubiera salvado aquella noche. Los moratones prefería no nombrarlos, pues eran abundantes.
Yoli sonreía aquella noche demasiado. En su mente tenía un plan perfecto para su venganza. Ka no solo la había mandado al hospital, si no que por su culpa, habían detenido a un par de personas por posesión de marihuana. Por suerte la droga no la pillaron. Y por ello Yoli se iba a vengar a lo grande.
Un chico de melena larga, rubio y con los ojos marrones se acercó a Yoli. Ésta, intuyendo que quería hablar con ella, se apartó del resto de la gente con el chico. Álvaro le dio un beso en la mejilla que no tenía puntos y la preguntó:
-¿Qué tal estás?
Yoli le sonrió y miró a los ojos:
-Bien, ¿y tú como estás?
-Como tú estés- le acarició la mejilla mala a Yoli.
-Ya ha pasado lo malo. Ahora sólo queda disfrutar...
-¿Qué piensas hacer? ¿Vas a pegarla?
Yoli sonrió pícara.
-Me gustaría, pero sé de sobra que pagar con la misma moneda  no es efectivo. Es mejor un precio más alto.
Álvaro tragó saliva. Yoli a veces daba miedo.
-¿Qué piensas hacer?- volvió a preguntar.
-Tengo un plan perfecto, pero necesitaré tu ayuda... Sin ti no hago nada, ¿me ayudarás?
-¿Por qué no iba a hacerlo?
-Ya sabes...
Álvaro había sido el mejor amigo de Ka durante todo este tiempo. Pero no había sido como Yoli, una amiga con la que nunca pudo contar. Sólo Álvaro conocía todos los secretos de Ka y sólo él había estado ahí en los momentos malos. Pero Ka y Álvaro hacía un tiempo que se habían distanciado, como seis meses más o menos. Y en esos meses Álvaro se había enamorado de Yoli, y ésta le había echo cambiar la forma en la que veía a su mejor amiga, le había comido la cabeza.
-Yoli, Ka se pasó muchísimo contigo y no consiento que nadie te haga daño. Ahora estoy contigo y Ka es historia.
A decir verdad Yoli solo estaba utilizando a Álvaro, pero eso era algo que todo el mundo sabía menos él al parecer. Se habían estado acostando durante todos esos seis meses, y Yoli había empezado a salir con él cuando recibió la paliza de Ka. Le necesitaba para vengarse.
-Gracias, Álvaro. No sé que haría sin ti- y le besó.
Cuando aquel beso tan frío y falso terminó, Álvaro frunció el ceño:
-Entonces, ¿cuál es tu plan?
-Tú solo tienes que llamarla y convencerla de que venga. Invéntate un accidente o algo por el estilo. El resto lo haré yo solita. Va a tragar más mierda de la que ha tragado en todo este tiempo.
-¿A qué te refieres?
-Le haremos una encerrona, donde no podrá escapar ni oponerse y tendrá que hacer todo lo que yo diga. Un amigo me ha traído unas sorpresitas para ella.
Yoli sacó del bolsillo de su sudadera una bolsita llena de una hierba y otra llena de polvos blancos.
-Cocaína y... ¿maría?
-¡Casi! Es algo más especial. Hierba alucinógena.
-¿Vas a hacerla fumar hierba alucinógena y a esnifar cocaína?
-También la haré beber, es algo imprescindible.
-La vas a matar...
-Y sin dejar huellas.
Álvaro se estremeció al pensar lo retorcida que podía llegar a ser Yoli cuando la enfadaban.
-No estarás hablando enserio...
-Quiero que al menos experimente lo que es estar al borde de la muerte. Quiero que sufra sin poder culparme de nada. No puede denunciarme por ella misma emborracharse y poseer drogas sin control. Es el plan perfecto, la aniquilo sin rastros.
Álvaro se pensó por un momento si aquello realmente estaba bien. Yoli sintió la duda en su mirada y se acercó a él, besándolo y provocándolo. Cuando Álvaro entró en calor lo tenía claro: llamaría a Ka.


En casa de Ka...


Alguien llamó a su móvil. Ka tenía pensado no cogerlo pero habían pasado muchos días y tenía que dar la cara dando señales de vida. Cogió el móvil sin apenas mirar la pantalla y pulsó la tecla verde. Se lo puso en la oreja y saludó:
-¿Sí?
-Ka... Ka... ¿eres tú?- la voz de un chico agitado reclamaba su atención.
-Sí... ¿quien eres?
-Ka... Ka, por favor soy Álvaro... Tienes que ayudarme...

Ka se quedó atónita al oír tal nombre. ¿Álvaro? Era su mejor amigo a pesar de estar muy distanciados últimamente. ¿Por qué la llamaba a esas horas?
-¿Qué pasa, Álvaro?
-Ka... joder, necesito ayuda... por favor ven...

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás?- Ka empezó a preocuparse.
-Estoy en el puente... ven por favor... date prisa, estoy fatal...
-Pero, ¿qué ha pasado?
-Me han dado... Ka estoy sangrando, date prisa...
Ka se acojonó y se lo creyó todo muy rápido. Al fin y al cabo Ka había vivido mil historias similares durante el último año. Gente que se mataba a navajazos por un gramo más, un gramo menos.
-¡Voy enseguida!
Ka colgó. En cualquier otro momento, pensándolo detenidamente o incluso con cualquier otra persona no hubiera ido. La seguía dando miedo salir a la calle y más volviendo a aquella zona oscura y fría donde toda la mala gente se juntaba. Pero Álvaro había sido y quizás siguiera siendo su mejor amigo. Se vistió rápidamente unos vaqueros y una sudadera Grimey gris, unos botines negros y salió corriendo de casa.
Se dirigió corriendo hacia el puente asustadísima y llegó en apenas 10 minutos. Pero paró de golpe al ver que había mucha gente en aquel sitio y que Álvaro estaba perfectamente bien. Pero aquello no fue lo que más la impactó si no la persona que tenía Álvaro al lado: Yoli. Yoli en un aspecto un poco lamentable. Yoli sonriendo. Yoli complacida, satisfecha.
Lo entendió todo: Álvaro la había traicionado.
-Pero mirad quien ha venido...-dijo Yoli acercándose a Ka.
Ka soltó una mirada de odio a Álvaro y éste apartó la mirada.
-Si vas a pegarme hazlo ya-dijo dura como la piedra Ka.
Yoli echó a reír a carcajadas.
-Por favor, Ka, ¿qué clase de persona te crees que soy? No soy nada rencorosa. Todo el mundo tiene algún fallo, ¿no?
A Ka le hubiera gustado muchísimo creer sus palabras, pero conocía perfectamente a Yoli para saber que estaba mintiendo.
-Entonces, me voy.
Yoli agarró por el brazo a Ka apretándole tan fuerte que parecía no llegar sangre al otro extremo del brazo.
-No, Ka. Ya que estás aquí queremos invitarte a tomar algo, ¿no?
La gente empezó a abuchear y a cantar a coro que Ka tomara algo. Ka sintió realmente pánico, pues ese tono irónico que usaba Yoli para hablar no le inspiraba ninguna confianza.
-¿Qué queréis de mí?
Ka estaba realmente acojonada. A Yoli se la veía realmente feliz y llena de placer al ver a Ka en tales condiciones.
Alguien sacó de su bolsillo un porro bien liado y se lo pasó a Yoli, junto a un mechero.
-Me han traído esta hierba nueva y me gustaría que la probases tu primero.
La gente había formado un corrillo alrededor de Ka y Yoli y se reían y comentaban por lo bajo lo que iba a pasar a continuación.
-No probaré esa mierda- se atrevió a decir Ka.
-No. No creo que se buena idea rechazar un regalo de todos tus amigos. Todos los que estamos aquí.
Ka miró a todas las personas que se encontraban rodeándola y supo que no tenía más elección que hacer caso a Yoli si quería tener alguna posibilidad de salvarse. Cogió el porro y se lo puso en los labios, después cogió el mechero y lo encendió.
-Así me gusta- dijo Yoli.
Ka inspiró un par de veces aquel humo de sabor raro y totalmente nuevo para ella y quiso soltarlo.
-No, amiga mía, las cosas no se dejan a medias. Lo quiero enterito.
La gente abucheaba excitados y borrachos y Ka fumaba de aquella extraña yerba casi llorando. Sentía que la mente se le nublaba poco a poco y empezaba a ver las cosas un tanto extrañas. Cuando acabó el porro tuvo que sentarse en el suelo.
-Bien, aprovechando que te has sentado quiero enseñarte algo que no quisiste probar aquella noche...
Ka supuso por donde iban los tiros.
-Tranquila, será 4 nada más.
Entre la gente se oyeron unas cuantas carcajadas mientras el propio Álvaro le hacía 4 perfectas rayas de cocaína en el suelo a Ka. Ka aprovechó:
-¿Cómo has sido capaz?
-Amo a Yoli y tú le has echo daño.
-Eras mi mejor amigo...
-Era, tu lo has dicho.
Álvaro volvió al lado de Yoli y esta agarró de los pelos a Ka, haciéndola inclinarse sobre el suelo para quedar a tan solo tres centímetros del polvo.
-Cuanto antes empieces, antes acabas.
Ka empezó a ver verde a la gente y sentirse realmente mal. Quiso acabar con ello cuanto antes y se tapó el agujero izquierdo de la nariz, disponiendo el derecho para esnifar. La primera fue la que más le costó. No le gustó la sensación de aquel polvo subiendo por su nariz y tenía que repetirla todavía tres veces más. 
-Estoy disfrutando muchísimo...-le dijo Yoli a Álvaro en el oído.
-Me alegro, preciosa.
Ka necesitó casi diez minutos para terminar con las 4 rayas de cocaína y acabar con las manos sujetándose la cabeza. Sentía que era de goma y la cabeza le pesaba más de lo normal. 
La hierba alucinógena empezó a subirla a la vez que la cocaína nublaba su vista y Ka empezó a ver extraterrestres rodeándola. Empezó a tiritar de frío, de miedo. Empezó a acurrucarse en el suelo mientras los demás se reían. Ka vio a un extraterrestre arrodillarse ante ella y ofrecerle una pócima transparente. Ka la cogió con muchísimo miedo y echó a llorar.
-A ver cuanto tardas en tomarte 5 de estas.
Ka tenía muchísimo miedo a aquel ser extraño y bebió rápidamente aquella pócima con la esperanza de que así desapareciera. Pero detrás de una pócima vino otra, y después, otra más. La tercera pócima la vomitó, algo que cabreó mucho al extraterrestre pues la pegó un rayo láser procedente de sus ojos. Ka intentó beberse las 2 pócimas restantes, pero no podía dejar de vomitar un líquido verde viscoso. Tuvo que tumbarse para no caerse incluso sentada. Y del frío pasó al calor extremo. Empezó a sudar increíblemente y empezó a tirarse de los pelos cuando vio a los extraterrestres bailar y cantar.
-¡Callar!- empezó a chillar mientras lloraba.
-Yoli, creo que te has pasado...- le dijo alguien.
Yoli se giró lanzándole una mirada de odio.
-Es justo lo que quería.
-Acaba de empezar a subirle y ya no para de vomitar. Si no llamamos a una ambulancia...
-La dejaremos aquí- dijo fría y seca.
-Pero...
-¿Qué queréis? ¿Qué acabe mal y nos culpen o que acabe igualmente mal pero sola, sin culpables?
-Vámonos- la apoyó Álvaro.
Algunas personas empezaron a seguirlos, y poco a poco desaparecieron las botellas, los coches con altavoces y los testigos de aquella cruel venganza.
Ka pareció tranquilizarse un poco al ver los extraterrestres desaparecer, pero su lugar lo ocuparon una especie de muertos vivientes y iban a por ella. Ka se retorcía en el suelo intentando esquivar cualquier gesto por parte de los muertos y chillaba desesperadamente.


En casa de Adrián...


Adrián se había tirado toda la noche oyendo la música de la fiesta que se había montado en el puente, al lado de su parcela. Pero por fin la música había desaparecido, y con ello todo el barullo. Adrián aprovechó aquello para hacer algo que hacía mucho tiempo que no hacía... salir al campo, a ver las estrellas.
Cogió las llaves de casa y se puso una chaqueta para salir. Su padre acababa de acostarse así que no hizo ruido al cerrar. Empezó a caminar dirección a un claro que había en medio del bosque perfecto para tumbar cuando empezó a oír unos gritos. Parecían los gritos de alguien en apuros y se acercó guiándose por aquel horrible ruido. Venían del puente.
Según se acercaba al puente Adrián se sentía más inquieto sin saber por qué. Empezó a distinguir lo que chillaba una joven chica:
-¡Socorro! ¡Dejadme! ¡Dejadme en paz!
Parecía que estaba llorando. Adrián aligeró el paso para acudir en su ayuda cuanto antes y cuando llegó al puente...
-No puede ser...-susurró en voz baja.
Una chica de unos 16 años, morena, a la que Adrián conocía perfectamente se revolvía tirada en el suelo, vomitaba y parecía defenderse de algo que había en el aire, invisible.
-¡Dejadme! 
Estaba llorando. Parecía estar loca a decir verdad.
-¡Ka!
Adrián corrió a por ella y la incorporó teniéndola en sus brazos. Ka volvió a vomitar, en el suelo había un gran charco.
-Otra vez no, Ka... Otra vez borracha no...
Pero Adrián se dio cuenta de que aquello había sido mucho más grave, de que Ka estaba viendo zombis donde no los había y estaba delirando completamente. Cuando Ka vio a Adrián le acarició y se abrazó a él:
-Un ángel... he muerto... ¡un ángel!
Adrián la abrazó e intentó tranquilizarla.
-Tranquila, Ka, estás conmigo, yo te ayudaré.
-¡ Sácame este líquido de aquí!- chilló Ka mientras se apretaba la tripa y vomitaba.
Adrián pensó que lo mejor era hacer vomitarlo todo a Ka para que no le subiera más el alcohol y empezó a meterla los dedos en la garganta. Le dolía ver a Ka atragantándose con su propia mierda mientra no dejaba de llorar desconsolada. Cuando Adrián consideró que Ka había vomitado suficiente, ésta empezó a quitarse la ropa.
-¡Tengo calor! ¡Esto es el infierno! ¡Nooooooooooooo! ¡Me quemo, me quemo!
Se quitó la sudadera quedándose en una camiseta fina interior más el sujetador y cuando se iba a quitar los pantalones Adrián la paró.
-No te quites más ropa, Ka...
-Sálvame, ¡por favor! ¡Sácame de aquí!- le suplicaba Ka.
Adrián la cogió y empezó a caminar hacia su casa.
-Ahora necesito que no chilles ni llores, por favor.
Ka intentó obedecer a ese ángel luminoso que veía sobre ella. Cerró la boca y se acurrucó en el pecho de dicho ángel.
Adrián abrió la puerta como pudo y se llevó a Ka a su habitación. La quitó los pantalones vomitados y la metió en la cama. Ka estaba tiritando de miedo:
-Por favor... por favor...- gemía intentando controlar no chillar- no me dejes sola...
Ka vio como el ángel se tumbaba a su lado en la cama y empezaba a llenarla de energía. Enseguida se quedó dormida.
-¿Qué te ha pasado, Ka? ¿Qué te ha pasado...?- susurró Adrián mientra la acariciaba el pelo.


12 de Septiembre de 2010:


A la mañana siguiente Adrián cogió el móvil de Ka que estaba sonando desesperadamente.
-¿Sí?
-¿Ka? ¿Eres tú?
Adrián se mordió la lengua. No tenía que haber cogido el móvil.
-No, soy un amigo suyo, Ka está aquí durmiendo al lado.
-¿Durmiendo?
-Sí, señora.

-Dila que venga pronto.
-Si, señora, yo se lo digo no se preocupe.
-Bueno días.
-Bueno días...
Adrián colgó rápido el teléfono y miró a Ka. Acababa de abrir los ojos y estaba llorando en silencio. Adrián atrapó  una lágrima entre sus dedos y luego acarició a Ka.
-¿Qué tal te encuentras?
-Fatal...- Ka no tenía fuerzas.
-Anoche me diste un buen susto.
-¿Qué pasó?
-¿No te acuerdas?
-De algunas cosas...
-Mira, no sé que tomaste pero te tiraste toda la noche peleando contra unos zombis imaginarios.
Ka recordaba como Yoli la había echo fumar algo...
-Hierba alucinógena...-entendió ahora.
-¿Qué?
-Nada...

Ka fue a levantarse de la cama y descubrió que estaba en ropa interior.
-¿Y mi ropa?
-Te la quitaste ayer. Está todo menos tu sudadera que tuvimos que dejarla en el puente.
Ka miró a los ojos de Adrián:
-Gracias, de verdad. Ya me contarás como me he portado durante toda la noche, tengo que irme, mi abuela está esperándome.
-Sí, la verdad es que cuando ha llamado se la veía un tanto enfadada...
Ka se vistió rápidamente esta vez sin pedirle que se diera la vuelta, pero él , como un caballero lo hizo e incluso se tapó los ojos.
-Ya puedes mirar- dijo Ka cuando se puso sus pantalones del día anterior y poniéndose una camiseta suya.
-¿Estás bien entonces?
-Sí, ya te explicaré... Muchas gracias, Adrián.
Ka ya se iba a ir cuando Adrián la agarró por el brazo.
-Al menos me dejarás acompañarte a casa.
Ka sonrió débilmente.
-Sí, quizás te deje venir conmigo.
Y juntos salieron a la calle.
Tardaron bastante de la casa de Adrián a la casa de Ka, y cuando por fin llegaron y Adrián se quedó con la dirección mental, Ka se despidió de él dándole un fuerte abrazo.
-Gracias de corazón.
Y entró en casa.
Allí solo se encontró dos cosas que le llamaron su atención: su abuela cruzada de brazos y realmente enfada y un sobre amenazante encima de la mesa.
-Tenemos que hablar- solo dijo su abuela.

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